Pequeños valientes que van al psicólogo
¿Os habéis preguntado alguna vez qué significa ser valiente? Es común pensar que no tener miedo es sinónimo a ser valiente. Sin embargo, una persona realmente valiente es aquella que se afronta a sus miedos, aquella que vence a los monstruos y que aún tiritando lo hace; salta del avión temblando con la esperanza de que el paracaídas se abra.
Por la historia y la trayectoria que tiene la psicología en nuestro país, aún muchas personas sienten vergüenza, cierto miedo o poca confianza en pedir ayuda y en pensar que nosotros, los psicólogos, podemos llegar a ser un paracaídas para ellos.
Aún es más complicado en el caso de los más pequeños, quiénes todavía están bajo la supervisión y decisiones de los adultos. No sólo los padres y familiares deben ignorar los comentarios despectivos respecto a la decisión de que su hijo haga terapia de cualquier tipo, sino que los niños y niñas se ven afectados en sus varios contextos, sintiéndose diferentes y por tanto, estando menos motivados a recibir ayuda profesional.
Para mejorar, debemos ir cambiando parte de nuestro vocabulario común, aprendemos a aceptar los miedos y a afrontarlos para mejorar. Cambiemos la palabra normal por natural. A pesar de que durante muchos años ha sido más bien sobrenatural decir “Yo llevo a mi hijo a reeducaciones psicopedagógicas y a sesiones de motivación personal”, es justamente muy natural necesitar refuerzo, es natural que un niño no se adapte al sistema educativo, es natural ser más rápido o más lento, es natural no saber que hacer, es natural no conocerse y es natural fallar.
Pedir ayuda y querer mejorar es de valientes, de personas sabias. Como padres, querer dar verduras a los pequeños para que crezcan sanos y fuertes se debería poder asimilar a querer darles herramientas para que descubran sus talentos, mejoren tanto académicamente como socialmente, se quieran y desarrollen un pensamiento crítico. ¿De qué sirve dejar un talento dentro? ¿De qué sirve sacar sobresalientes sin propósitos? ¿De qué sirve una etiqueta diagnóstica sin un apoyo detrás?
¿Os imagináis un mundo sin juicios ni prejuicios? Un mundo mundo en dónde llevar al pequeño al partido del sábado fuera igual de válido que decir que los miércoles tiene sesión.
Locos no son los que van al psicólogo. Locos son aquellos que no piden ayuda por miedo a lo que los demás dirán. Así que.. ¿te apuntas?